Oso polar
El macho adulto pesa en promedio 460 kilogramos, pero su agilidad es tal que puede saltar grietas de hilo de más de 3,65 m. de anchura. Los machos casi desarrollados miden de 2,40 a 2,60 m. de longitud (las hembras 1,80), pero algunos llegan a los 736 kg., 3,30 m. de largo y 1,35 de alto en la cruz.
Asiduo cazador, su extraordinaria fuerza le permite extraer del hielo, por el angosto agujero respiratorio, a una foca de anillos de 90 kg.; con tal ímpetu, que le rompe la pelvis en la extracción.
En invierno las focas excavan y mantienen orificios respiratorios en el hielo. El oso polar las localiza por el olfato y espera a que asomen la cabeza, a veces después de taponear los otros orificios vecinos.
Pero la base de su dieta son las focas, sobre todo la de anillo y la barbuda, que constituyen presas esenciales para su supervivencia. Si no está muy hambriento, el oso se come sólo las vísceras y el tocino de la foca, dejando los restos a merced de carroñeros como el zorro ártico o los cuervos.
El oso polar es un cazador esencialmente solitario. Sólo cazan juntas las hembras y las crías no mayores de un año. Pasando el periodo de celo, los machos abandonan a las hembras y no se ocupan de su familia. Durante el breve celo luchan a veces salvajemente; el resto del tiempo se ignoran, a no ser que coincidan en algún festín de carroña, tales como ballenas o narvales atrapados.
Al dejar la madre la guarida, los oseznos, de tres meses de edad, ya saben andar con rapidez y seguridad, y pesan unos 10 kg. La madre, sin embargo, pierde a veces hasta la mitad de su peso con la lactancia.
Por entonces, los oseznos empiezan a tomar su primer alimento sólido. Aunque siguen mamando durante todo el segundo invierno. La hembra gesta cada tercer año, excepto si pierde la prole, en cuyo caso vuelve a ser cubierta.
En el segundo verano, la familia se dispersa, abandonando la madre a los jóvenes a su suerte. El peor enemigo del oso polar es el rifle. Se cree que actualmente existen de 5 mil a 18 mil ejemplares de esta especie, aunque resulta difícil censar unos animales que vagan como nómadas sobre los hielos.
Sin embargo, existe una estadística segura: cada año perecen más de mil osos, parte a manos de los esquimales, que se comen la carne y utilizan su piel, y la mayoría víctimas de cazadores de trofeos.
Fuente: Profesor en Línea