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En Busca del Primer Europeo

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Oso polar

El oso polar es el mayor y más fuerte depredador de los hielos marinos y costas árticas barridas por el viento. El macho adulto pesa en promedio 460 kilogramos, pero su agilidad es tal que puede saltar grietas de hilo de más de 3,65 m. de anchura. Los machos casi desarrollados miden de 2,40 a 2,60 m. de longitud (las hembras 1,80), pero algunos llegan a los 736 kg., 3,30 m. de largo y 1,35 de alto en la cruz. Asiduo cazador, su extraordinaria fuerza le permite extraer del hielo, por el angosto agujero respiratorio, a una foca de anillos de 90 kg.; con tal ímpetu, que le rompe la pelvis en la extracción. En invierno las focas excavan y mantienen orificios respiratorios en el hielo. El oso polar las localiza por el olfato y espera a que asomen la cabeza, a veces después de taponear los otros orificios vecinos. Aunque de costumbres cazadoras, el oso polar come un poco de todo: huevos, algas, virutas, desperdicios de estaciones balleneras e incluso cadáveres de su propia espec

El tiburón blanco

El Gran Blanco es el depredador marino más grande que se conoce. Nada por los mares y océanos del mundo con un aire de grandeza impresionante. Su único enemigo es el hombre, el cual no siempre sale victorioso. Este animal es una maravilla biológica que no ha cambiado en los últimos cuatro millones de años. Hablamos del Carcharodon Carcharias, más conocido como Tiburón Blanco. Este pez siempre nos ha fascinado a la vez que nos ha aterrado, un animal que a todos nos gustaría ver en su medio natural pero en el camino del cual nadie desea hallarse. En 1835, un autor de un libro de peces escribía: "Aquí habita el funesto tiburón, atraído por los olores de la gente, las enfermedades y la muerte". El tiburón ha sido siempre un animal con fama de temible y asesino, más aún el tiburón blanco, por lo que a veces ha sido cazado de manera obsesiva, en parte por ser muy apreciado en el mercado. Por esta fama se le ha llegado a llamar de mil maneras histéricas y diferentes: &q

Fernando Martín.

Hace más de veinte años, Fernando Martín se convirtió en el segundo europeo en jugar en la NBA. Fernando Martín apenas jugó once años al baloncesto, suficientes para llegar a lo más alto a lo que podía llegar un jugador español entonces. Fernando Martín Espina nació en Madrid el 25 de marzo de 1962. Falleció en Madrid el 3 de diciembre de 1989. Medía 2,05 m de altura y jugaba de pívot. Sus inicios Fernando Martín comenzó a jugar al baloncesto cuando ya tenía 15 años. Antes había destacado en otros deportes, como judo, tenis de mesa, balonmano y natación (llegó a ser campeón de Castilla). Comenzó a jugar al baloncesto en las categorías inferiores del Estudiantes. Con el conjunto colegial se proclamó campeón de España, escolar y juvenil. Como juvenil, y representando a España, consiguió la medalla de plata en el Eurobasket de 1979. En 1980, todavía en edad júnior, fue incluido en el primer equipo de Estudiantes. En 1981, con 19 años de edad, ya estaba en el cinco inicial del

Jesse Owens

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(James Cleveland; Decatur, Alabama, 1913 - Tucson, Arizona, 1980) Atleta norteamericano. Jesse Owens brilló en la atmósfera racista de los Juegos de Berlín de 1936, donde realizó una exhibición tan espectacular que durante unos pocos días el mundo se olvidó que seguía ardiendo el conflicto político que estallaría en la Segunda Guerra Mundial. Owens ganó cuatro medallas de oro, batió dos records mundiales y otro olímpico. Hijo de una numerosa familia de labradores, mientras realizaba sus estudios primarios, trabajó como vendedor de periódicos, empleado de una gasolinera y recadista. A principios de la década de 1920, la familia Owens se unió a la gran emigración negra hacia el norte, afincándose en Cleveland. Su profesor de gimnasia en la escuela, Charles Riley, se sintió atraído por el joven, a quien traía el desayuno e invitaba a almorzar a su casa además de enseñarle a correr. En la secundaria, Jesse ganó 74 de las 79 carreras en las que compitió, batiendo el récord nacional de

Assassini de Thomas Gifford

Una secta secreta en el seno de la Iglesia Católica que, si es descubierta, puede causar el mayor de los escándalos. 1982. El papa Calixto IV agoniza en su lecho de muerte y su sucesión desata un enfrentamiento de intereses inconfesables. En Nueva York se produce una serie de asesinatos de religiosos, entre ellos, sor Valentine. El padre de Valentine, un poderoso hombre de negocios, encomienda la investigación del crimen a su hijo Ben, un ex jesuita que conoce las entrañas de la Iglesia. En su camino es amenazado y presionado para que abandone el caso. Sin embargo, ésta es sólo la punta del iceberg de una siniestra conspiración sin precedentes en la historia de la Iglesia. Los Assassini, un grupo de clérigos violentos y fanáticos que conocen los secretos más recónditos del Vaticano, no están dispuestos a permitir que nadie se interponga en sus tenebrosas maquinaciones. fuente: pulsa aqui

Francisco de Goya

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Nadie fue más sordo que Goya al siglo XIX, pese a haber cumplido en él casi tres décadas y haber sobrevivido a sus feroces guerras. Se quedó sordo de verdad cuando amanecía la centuria, pero no ciego. Y a fuerza de mirar a su aire se convirtió en un visionario. Ese hombre cabal, lúcido y baturro gestó las pesadillas que creemos tan nuestras afincado en un Versalles provinciano y en una Ilustración de pueblo. La dieciochesca, acanallada España que le tocó vivir le valió para todo y para nada. Su tozudez y brío fueron su patrimonio: con tales alforjas saltó desde su infancia hasta la infancia de las vanguardias, que en el siglo XX lo reivindicaron como maestro. Nadie se explica aún ese raro fenómeno: fue un pintor y un profeta solitario venido desde antiguo hasta ahora mismo sin pasar por la Historia. Francisco de Goya nació en el año 1746, en Fuendetodos, localidad de la provincia española de Zaragoza, hijo de un dorador de origen vasco, José, y de una labriega hidalga llamada Gracia