El tiburón blanco


El Gran Blanco es el depredador marino más grande que se conoce. Nada por los mares y océanos del mundo con un aire de grandeza impresionante. Su único enemigo es el hombre, el cual no siempre sale victorioso.

Este animal es una maravilla biológica que no ha cambiado en los últimos cuatro millones de años. Hablamos del Carcharodon Carcharias, más conocido como Tiburón Blanco.

Este pez siempre nos ha fascinado a la vez que nos ha aterrado, un animal que a todos nos gustaría ver en su medio natural pero en el camino del cual nadie desea hallarse.

En 1835, un autor de un libro de peces escribía: "Aquí habita el funesto tiburón, atraído por los olores de la gente, las enfermedades y la muerte".

El tiburón ha sido siempre un animal con fama de temible y asesino, más aún el tiburón blanco, por lo que a veces ha sido cazado de manera obsesiva, en parte por ser muy apreciado en el mercado.


Por esta fama se le ha llegado a llamar de mil maneras histéricas y diferentes: "la muerte blanca", "el devorador de hombres". Parece ser que a las puertas del siglo XXI aún nos hacen falta mitos y demonios.

A diferencia de otros depredadores protagonistas de nuestras pesadillas, los tiburones no han sido nunca estudiados a fondo.

De hecho, el propio mar en el que nadan es totalmente ajeno al ser humano y en él no somos capaces de desenvolvernos como nos gustaria.

Gran parte de los conocimientos que poseemos sobre los tiburones provienen de la disección y de la observación a distancia, pues al no poder acercarnos ni estar excesivo tiempo en su hábitat natural, este estudio se hace prácticamente imposible, por no hablar del peligro que correrían las vidas de los propios científicos.

El tiburón blanco se mueve por el agua como si volase. Los amplios vaivenes de su enorme cola son capaces de impulsar a este gran escualo a más de 25 km. por hora. La misma forma de su cuerpo es una maravilla de la hidrodinámica, lo que le permite moverse en el agua con increíble soltura.

Aunque le llamemos tiburón blanco, su parte superior es de color gris oscuro (lo que es muy útil como camuflaje para animales como éste que viven en los fondos marinos) mientras que su parte inferior es de color blanco, lo que ha dado lugar a su nombre.

Este camuflaje perfecto ha hecho que nadie haya observado todavía como se aparean los tiburones blancos, por ejemplo, aunque se cree que el macho fecunda a la hembra empleando uno de los dos genitales que cuelgan en la parte inferior ventral.

Este tiburón tiene un extraordinario sistema electrosensorial capaz de detectar los pequeños impulsos eléctricos que provienen de los latidos del corazón y de los movimientos de sus presas.

Este sistema sensorial, que se encuentra en el morro, reside en unos pequeños poros que son capaces de detectar corrientes eléctricas de hasta cinco milésimas de microvoltio. Además de localizar a sus presas le sirve para navegar, ya que gracias a él puede "leer" el campo magnético de la Tierra.

La anatomía del tiburón blanco es sorprendentemente primitiva. En vez de esqueleto óseo tiene un pequeño esqueleto cartilaginoso. Su cerebro y su corazón son relativamente pequeños, mientras que su hígado y su estómago son grandes para ayudarle a paliar su enorme apetito, además de servirle de flotador.

No hay pruebas de que se alimente de manera natural por la noche, pues se cree que su visión es muy pobre. Tampoco hay constancia de que estos animales tengan un orden social, pero se sabe que son solitarios y, por tanto, muy competitivos, en especial con otros machos.


Este depredador no hace muchas más cosas que nadar, comer y procrear. Se alimenta de animales vivos, en especial pingüinos y focas además de otros peces, pero no desprecia la carroña.

Los humanos no formamos parte de su dieta habitual. Posiblemente la idea de que estos tiburones sean devoradores de hombres se deba más a la reacción humana de tener miedo a lo desconocido que a una visión científica que deje los sentimientos a un lado.

El tiburón blanco no caza humanos pero cuando uno se adentra en sus dominios, ha de hacerse cargo de las posibles consecuencias: su necesidad básica es alimentarse, y todas sus acciones se encaminan a satisfacer esta necesidad.

Este tiburón es, sin duda, el pez más peligroso, debido a su gran tamaño, de cuatro a siete metros, pudiendo alcanzar algún ejemplar los diez metros.

En una situación límite con un blanco, nuestras posibilidades de sobrevivir son cero, si bien la probabilidad de encontrarnos con uno son escasas, más aún de día. Es raro encontrarlo en aguas tropicales pues prefiere las aguas templadas o frías, como por ejemplo el Atlántico o el Mediterráneo.

No debemos hacer mucho caso de las estadísticas sobre los ataques de tiburones, pues además de que estos hechos suelen ser escasos, no suelen reflejar toda la verdad; hay países que así lo prefieren. Estos animales arrastran la fama de unos peligros que, aunque a veces sean exagerados, no impide que existan realmente.

Según todos los expertos, en un encuentro con un tiburón, si no perdemos la serenidad ni nos dejamos llevar por el pánico y permanecemos tranquilos, no dándole nunca la espalda, en la inmensa mayoría de los casos tendremos tiempo suficiente para ponernos a cubierto.

Dejando de lado teorías, supersticiones y consejos, hay que reconocer que el tiburón blanco es una de las estampas más bonitas e impresionantes que existen en los mares y océanos del planeta.

© Texto: Josep Pegueroles
Fuente: M@re Nostrum

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